Carta de la estudiante Beatriz Sousa a las mujeres y niñas negras

Carrera desde la perspectiva de Beatriz a los 15 años. Directo del Colegio Estatal Polivalente Amaralina al Instituto de la Mujer Odara y al mundo.

Beatriz Sousa / Instituto Odara para Mujeres Negras

9/1/20164 min leer

Texto completo

A lo largo de los años (y sólo tengo 15), crecí sin identidad, sin saber si era negra, morena, castaña, mulata, incluso me llamaron «café con leche» y acepté cada uno de estos términos porque, en realidad, estaba demasiado confundida para debatir.

Nuestra raza es algo interesante, porque incluso cuando decimos que somos de una raza, viene alguien y dice que somos de otra. Este mestizaje brasileño es algo maravilloso, aunque se fue creando a base de violaciones, esta «raza media» que para algunos es la clave para acabar con la desigualdad y el racismo, porque «une las dos razas en una», es también la causa de muchos insomnios.

Mi pelo rizado me etiquetaba como negra, mientras que mi piel más clara, comparada con la de los otros negros que conocía, me etiquetaba como «blanca», así que era demasiado negra para ser blanca y demasiado blanca para ser negra, era morena, pero ¿la morena es una raza? Es decir, no hubo ni una sola tierra en la historia colonizada, descubierta o poblada por morenas. Morena es un color, pero no es una raza, no es un pueblo y la gente no quiere llamarte negra porque creen que puede ser una exageración o racismo y como diría mi padre: «Yo no veo a los blancos pelearse cuando les llaman blancos, yo soy negro y quiero que me llamen negro».

Y cuando no conoces tu raza no tienes una gran historia que contar y un morro que tapar, de la mejor manera posible, un pecho hinchado de orgullo para debatir sobre racismo, cuotas, deuda histórica y todo lo demás. No te voy a decir que he llorado por ello ni nada, mentiría, pero siempre está esa amiga racista, sobre todo cuando tus padres se desviven por pagar un colegio público en el barrio, la que siempre hace «bromas» sobre tu pelo trenzado y tu color más «quemado», y como no eres negra, eres café con leche/moreninha/color chocolate/marrón o cualquier otra cosa que no sea negra, no pasa nada porque haga bromas.

Luego llega la edad de 11 años, cuando quieres cambiarte para parecerte a alguien a quien admiras y te alisas el pelo y a todo el mundo le gusta menos a ti, pero sonríes, te pones un poco de gloss y te haces una foto de todos modos, ya que así te aceptan, así que ¡por qué no!

Sin embargo, hay salvación cuando conoces a una persona que no es café com leite ni morena ni ninguna de esas cosas, una persona que es negra, N E G R A, mi primera imagen negra fue mi profesora de portugués, Deisiele Souza, espero que algún día lea esto, «Pro Deise» tenía negro y lo llevaba muy alto incluso a todo volumen y hablaba de ello y era la persona con más «buen rollo» que conocí, veía la belleza en todo y era preciosa... Es preciosa. Aunque no fuera justo después de ella, sé que fue viendo a aquella profesora escribiendo en la pizarra y gritándonos, porque eso es lo que mejor saben hacer los profesores, cuando pensé «¡Yo quiero ser ella!».

Ahora sé que no quiero ser Deise, ni Taís Araújo, ni Maju, ni nadie, quiero ser yo, porque soy la persona más guapa que conozco y hace un tiempo no me daba cuenta. Y por eso me corté el pelo y por eso entendí el feminismo y por eso me peleé con mi tío por los más variados tabúes sociales durante varios almuerzos tranquilos de domingo.

No puedo decir que esté orgullosa de todas las peleas que he iniciado o de todo lo que he publicado a favor o en contra en Facebook. Es solo que después de Deise, me fijé más en las fotos de mis padres en los 90, mi madre con el pelo negro y pareciéndose demasiado a mí y mi padre siendo... mi padre, mi tía Paloma y mi tío Fábio y así, aunque no quiera reconocerlo le debo mucho a mi amiga Júlia, porque la transición es esa fase en la que piensas en vender tu alma al diablo para que te crezca el pelo, y yo tenía una amiga maravillosa de mi edad con el pelo corto que siempre me decía que hidratarse era bueno y me animaba a seguir, ¡gracias!

Y hoy me pregunto por qué tengo tantas dudas si soy negra y no es un problema, no es extraordinario, es normal, así lo veo yo, es como respirar, aunque los prejuicios sean una especie de asma, pero no creas que estoy diciendo que ser negro es fácil o que sólo es cuestión de cortarse el pelo, ojalá lo fuera, quizás es diferente para cada persona, espero que para ti sea más fácil de lo que fue para mí y también espero haberte ayudado, porque aunque soy Beatriz, ¡quiero ser la Deise en la vida de alguien!

*Beatriz Sousa - 15 años, residente en Nordeste de Amaralina, estudiante de secundaria en el Colégio Estadual Polivalente de Amaralina y joven comunicadora negra de la Agência Yalodês (Ampliación de los derechos de las jóvenes negras a través de la comunicación/Odara).